sábado, 25 de abril de 2009

Asesinatos en el estadio

Asesinatos en el estadio, Servicio secreto, nº 46, Bruguera, Barcelona, 1951, portada de Provensal (presumiblemente), ilustraciones interiores de Macabich.
Novela ambientada en el mundo del fútbol y de las apuestas deportivas que se mantiene sólida de principio a fin a través de una trama bien urdida y de unos personajes bien definidos.
Tras el mundial de Brasil de 1950, Estados Unidos, que ha participado con dignidad, vive una pasión por este deporte creándose las primeras ligas potentes y obteniendo el favor del público. Jim Vespa es un atlético muchacho que vive en Atlantic City y que. Además de inventor ocasional, se dedica a probar automóviles. Un día recibe un encargo del millonario Henry Cardigan: convertirse en conductor del autobús del equipo de fútbol de Atlantic City; él acepta encantado y a ello ayuda no sólo su pasión por el equipo sino el hecho de que la propuesta venga de Burt Burlington, un pintoresco octogenario naturista que ejerce de hombre de confianza de Cardigan.
Mientras, el gangster Sterling Zaico recibe una propuesta de negocios de un hombre enmascarado; amañar los resultados deportivos de fútbol y obtener enormes beneficios en las apuestas. Para ello es importante que el gran favorito, Atlantic, pierda partidos fáciles y eso sólo se puede conseguir si se consigue corromper o asustar al portero del equipo -el argentino Lito- o al engreído delantero centro -Tim O’Connor-; para conseguir eso es necesario que la amante de Zaico, la escultural Barbara Leonard, seduzca al jugador.
Bárbara conquista fácilmente a Zaico y Jim Vespa, preocupado por la suerte del equipo y el mal ejemplo que da a sus compañeros saliendo cada noche, decide reconvenirlo generándose entre ambos una dura pelea; la cosa no parece ir a mayores y, aprovechando una entrevista de trabajo, Jim propone al señor Cardigan compartir los benéficos de un invento que ha patentado: una moviola que puede ser de gran ayuda a los entrenadores deportivos.
Bárbara facilita un encuentro Zaico, O’Connor y Lito y el primero les propone el trato con toda la crudeza: “mil dolares o plomo ardiendo”. Asustados, deciden aceptar y facilitar la derrota de su equipo en el próximo enfrentamiento con el Princeton; ya en la ciudad universitaria, y previamente al partido, Vespa se entretiene con una de sus grandes pasiones, la fotografía al tiempo que Burlington le presenta a Mabel, una bella chica con la que establece una singular sintonía; sin saberlo, ella es la hija de Cardigan.
El partido empieza y tanto O’Connor como Lito se esfuerzan en no cumplir con su cometido; el objetivo es el empate y así se llega a un 0-1, a un 1-1 y cuando en el último segundo O’Connor está a punto de chutar a portería vacía, cae fulminado y muere. Vespa, que estaba al lado de la portería haciendo fotos, es el primero en socorrerle inútilmente. Se publica que el delantero ha sufrido un ataque de corazón pero en realidad la causa de la muerte ha sido un dardo metálico clavado en el corazón.
El FBI toma cartas en el asunto y es precisamente el hermano de Jim, Berto, el que se hace cargo de la investigación. Ello es así porque el principal sospechoso es, singularmente, Jim: se había peleado con O’Connor, fue el primero que se acercó al cadáver, el dardo fue disparado desde algún tipo de objeto mecánico -como una cámara-, él es un hábil tecnólogo... ; a pesar de ello, Berto confía en Jim.
El sustituto de O’Connor. Janos Heredia es amenazado y secuestrado pero Jim Vespa le salva con lo que empieza a demostrar su inocencia; mientras, Mabel cae en una vida disoluta y viciosa y Bárbara, “con su suave vaivén bajo la bata sutil” intenta seducir a Jim quien se enfrenta a Zarco, cada vez más acorralado. Vespa sospecha que Mabel ha caído en el vicio al descubrir que su padre es el culpable; falsa pista que se desvela así al ofrecerle Cardigan a nuestro héroe su colaboración en el proyecto de la moviola y explicarle algunos extraños cabos sueltos que parecían acusarle.
En el siguiente encuentro frente al Pittsburg, Heredia es herido cuando iba a marcar un gol y Vespa es contratado como suplente de urgencia para el encuentro final contra el Nueva York; este encuentro, emocionante hasta el final, acaba desvelando que el asesino de O’Connor era el anciano Burlington, que quería así vengar a su nieta, suicidada tras un el engaño de O’Connor y que así quería obtener dinero para su apostolado naturista. Su condición de criminal había provocado el desequilibrio de Mabel que se redime gracias al amor que le declara Jim Vespa.
Buena novela con una sólida trama, con la presencia de un recurso pulp clásico -el enmascarado-, con una excelente descripción de los diferentes escenarios - la bulliciosa Atlantic City, la señorial Bordentown, el selecto Princeton, la dura Pittsburg- y con una temática deportiva poco habitual en el género. Excelente la descripción y conocimiento de la dinámica futbolística con una verosímil y original ubicación en el entorno estadounidense. A destacar la fuerza de los personajes femenino, especialmente de la turbadora y seductora Bárbara Lombard:
-¡Vaya a vestirse!
-Pensé que había venido a pedirme todo lo contrario (p.108).

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