domingo, 24 de octubre de 2010

La hora del asesino

Debry, Peter, La hora del asesino, Punto Rojo, Bruguera, Barcelona, 1965, portada de Samper, ilustración interior de Costa.
Compleja novela negra donde se encadenan protagonistas y tramas narrativas con notable habilidad aunque el desenlace tenga un cierto aire precipitado. Excelentes personajes, corrupción policial y social, mujeres atractivas, acción intensa... Un ejemplo de un Debry comercial pero capaz de crear artefactos de gran intensidad.
Dudley Kerrigan es un detective privado de Nueva York “ex leñador, ex capataz minero y ex campeón de los semipesados en los “marines” en Corea” (pág 6) que advierte como un aparente matón le sigue; éste es el gangster Ed Atilano, quien le propone un misterioso encuentro con su jefe quien, asustado, ha pedido a su hombre de confianza que le ponga en contacto con Kerrigan, un detective con fama de inteligente. Ed Atilano es un bronco matón que cuando llega a la guarida de su jefe, Harold Michael, uno de los hampones que controla los puertos de Nueva York descubre que el guardián Slim O’Grady ha sido asesinado; intuyendo que su jefe también lo ha sido decide crearse una serie de coartadas al tiempo que intuye que debe contactar con otro de los jefes de los sindicatos y rival de Michael, Clemens Brizzi. Viendo que se avecinan tiempo duros fantasea con la posibilidad de casarse con Eva, la bella y casta secretaria de la tienda de elementos navales de los solterones -y apocados- Gaskell & Hamilton, a los que extorsiona ofreciendo protección. Mientras tanto, Kerrigan recibe la visita de una misteriosa mujer en su oficina, una bella chica que, herida, se desmaya y que resulta ser Flora Brizzi, la hija del mafioso Clemens Brizzi; ésta le cuenta cómo fue a casa de Harold Michael, que la encuentra muy atractiva, para proponerle un acuerdo amistoso entre sindicatos, cómo Michael intentó abusar de ella y de qué manera en el forcejeo quedó herida; lo que ahora quiere Flora es que, bajo la amenaza de contar a su padre lo sucedido, Michael acepte el acuerdo entre hampones que le propondrá en condición de emisario el detective Kerrigan. En comisaría, el muy duro y violento sargento John Marchitto recibe una llamada anónima avisando de la muerte de O’Grady al tiempo que también recibe el aviso de que se ha encontrado un cadáver desfigurado flotando en el puerto; el hecho de encontrarlo en una zona limítrofe le obliga a trabajar junto al apuesto y elegante inspector Norman Kelly y el equipo de éste descubre que el cadáver, aunque lleva la documentación y la ropa de Harold Michael, podría no serlo pues está totalmente desfigurado; la investigación descubre que el cadáver corresponde al periodista Melvin H. Cramer, un valiente reportero que había denunciado la corrupción de los docks sometidos al control de los sindicatos mafiosos y la connivencia de algunos agentes de policía con esta situación. Por su parte, Atilano, deseoso de flirtear con Eva, se desplaza a Gaskell & Hamilton donde se encuentra con Joey Martyn, un atractivo matón californiano que parece querer conseguir los favores de la muchacha y liberar a G&H de su extorsionador; la pelea que se entabla entre ellos acaba con ambos en la cárcel pero tras conseguir Martyn de forma sorprendente un revolver y una matraca se fugan y se esconden; allí Martyn explica a Atilano que está casado y que en realidad es un agente federal que está investigando la corrupción policial y que por eso tuvo las armas que le permitieron la huida. Atilano recuerda que Michael, su jefe, le había indicado que una vez muerto se pasase por su panteón lo que hace pensar a Martyn que todo el montaje con el cadáver de Cramer era una estratagema para avisar a Atilano que se pasase por el cementerio donde le daría algún tipo de información. Por su lado Kerrigan sospecha que ha sido víctima de una encerrona pues la visita de Atilano y la posterior de Brizzi -ambas alrededor de la figura del desaparecido Michael- son demasiado coincidentes. La investigación de Kelly le lleva hasta Clemens Brezzi y su lugarteniente Alex Simmons quienes confiesan que la visita de Flora a Michael buscaba crear una tensa situación en la que Kerrigan, de forma inocente, tendría la función de convertirse en el mensajero de la propuesta de fusión entre sindicatos. Kelly sospecha que el asesino es un policía que primero mató a O’Grady y luego al periodista Cramer por accidente pensando que era Michael y que éste se ha escondido porque el asesino-policía sabe muchos secretos suyos y va en su busca por un caso pasado. Atilano y Martyn se desplazan hasta el cementerio donde se encuentra Michael vivo quien explica que el asesino es un policía; con lo que no cuenta es con que sea asaltado por el asesino misterioso que inmoviliza a Atilino y Martyn y desvela su identidad: es Kelly, quien, como había explicado previamente en un terreno teórico, vio como su amada Jessy emigró desde Irlanda y fue seducida y engañada por Michael y después se suicidó carcomida por la culpa. Cuando se dispone a matar a Michael éste dispara y ambos mueren al tiempo que llega Marchitto a tiempo de recoger las últimas palabras de Kelly. Finalmente Martyn ayuda a Atilano a redimirse y le ayuda a convencer a Eva de que será un buen marido y un buen socio para Gaskell y Hamilton.
La novela empieza de forma vibrante con un excelente detective Kerrigan y un impecable matón como es Atilino. La acción avanza firme y sólida y mejora con la irrupción de los policías Marchitto y Kelly y sólo al final, con la irrupción del agente federal Martyn la acción se embrolla algo y se resuelve de forma algo precipitada y forzada pues desaparece el personaje de Kerrigan y Kelly hace referencia a un pasado cuya existencia desconocíamos y que aparece como por arte de birlibirloque. Los primeros capítulos son intensos, de la mejor novela negra, con detectives, hampones, barrios portuarios y mujeres atractivas. La violencia y sobre todo la pulsión sexual se expande por la narración con un firmeza considerable enlazando la ficción con la mejor tradición del cine y la novela negra y lo hace con un estilo certero y preciso, donde abunda la frase corta y el diálogo preciso. “Bien mirado, aquella jamona no estaba del todo mal. Redonda donde correspondía y con cara de bobalicona, como le gustaban para sus escarceos y retozos” (pág. 19). O “Atravesó la galería y examinó complacido el reverso femenino, en lenta ascensión, desde los altos tacones puntiagudos hasta el negro cabello que en la nuca formaba un rodete. (...) Ella se sobresaltó, volviéndose. El anverso superaba al reverso. Unos ojos azul violeta, , una boca golosa, y detalle llamativo, nada de maquillaje.” (pág 23-24) O el diálogo “-No olvidaré su generosa actitud, Kerrigan. Soy rica. -Y lo está.” (pág 34)

sábado, 9 de octubre de 2010

Planetas sangrientos

Peterson Vic, Planetas sangrientos, Servicio secreto, nº 229, Bruguera, Barcelona, 1954, ilustraciones interiores de Ángel Pardo
Intensa novela de espionaje que se sostiene con firmeza sobre una sólida trama y con un protagonista de múltiples identidades que siempre actúa movido por un firme código moral.
Ubicados en la ciudad de Nueva York en 1942, la novela arranca con la presentación de Triplex, un seductor “apache” en un cabaret que se gana la vida ejecutando un espectáculo de baile y acrobacia portentoso. Posteriormente conocemos a Charley Rolandi, un seductor bailarín que pasa la noche en una taberna mientras una mujer hermosa, Janis Walton, le ofrece cincuenta mil dólares por un trabajo. Más tarde conocemos a Charles Roland, profesor de idiomas en West Point y de la mano del comandante Linford descubrimos que los tres son la misma persona, un americano hijo de una alemana y un corso que trabaja como agente absolutamente libre para la causa aliada intentando detectar espías bajo el nombre en clave de “Chèramy”; hijo de una familia circense, la muerte de su madre en una refriega entre espías le ha llevado a emprender una particular cruzada contra los agentes secretos que actúan movidos por el ansia de dinero.
Tras ser citado por Janis Walton y su presunta tía, Aubrey Grant, quienes llevan un anillo extraño, éstas le propone que robe unos importantes planos que ha diseñado el coronel Robertson, padre de Glenda, una muchacha con la que él había flirteado en West Point; él, en su condición de espía, acepta, con la condición de llevar a cabo el robo de forma inmediata. Acompañado de Aubrey así lo hace pero tras fotografiar los documentos descubre que ella en realidad es un hombre disfrazado que le intenta matar; consigue escapar y Aubrey Grant muere al tiempo que Janis le explica que ambos eran agentes de un grupo de espías con los nombres en clave de Mercurio y Venus y cuyo jefe se llama Júpiter y que éste vive en Basilea. Allí se desplaza Rolandi, que se esconde tras la personalidad de Carl Müller, profesor de idiomas de quien se enamora la joven Lorena Brisach, hija de un importante financiero suizo, aunque por la noche es un matón de taberna que se hace llamar Carlo Rolandi En la pensión donde vive Rolandi es asaltado por un falso representante comercial inglés, Higgins, quien en realidad es Plutón; allí aparece Janis y tras una refriega Higgins muere y Janis le propone que le venda los microfilms. Mientras, Rolandi, manifiesta cierto interés por Lorena y durante una cita con ella, a quien él le confiesa su identidad secreta, es detenido por el comisario Kesser acusado del asesinato de Higgins y de Janis, que ha sido estrangulada; en realidad Kesser es Neptuno, un espía del gang que quiere conseguir el microfilm. Liberado por falta de pruebas y gracias a la influencia del financiero Laurentz Brisach, Kesser obliga a Rolandi a que le diga dónde esconde el valioso documento pero en la refriega muere accidentalmente el comisario y Rolando debe huir gracias a la ayuda de Lorena; finalmente, aunque las pistas parecían acusar a su padre como posible Júpiter, se descubre que éste es en realidad Bertrand Argyl, un financiero amigo de la familia. Rolandi consigue que confiese su culpabilidad y el financiero Brisach decide que un hombre como Rolandi es el marido ideal para una hija que se muestra locamente enamorada de él.
La novela se mueve en los parámetros de la novela de espionaje pero el hecho de dibujar un protagonista que se mueve en los bajos fondos y que sabe actuar movido no por impulsos patrióticos sino por motivos morales lleva el relato al territorio de la novela negra. Rolandi se presenta como un sugerente personaje pues llega a tener hasta cinco personalidades distintas a lo largo de la narración que explican su compleja identidad moral. El novelista omina a la perfección el hecho de dibujar un personaje tan caleidoscópico asó como el hecho de desarrollar una compleja trama que avanza firmemente página a página donde, entre otras cosas, se demuestra un curioso dominio y conocimiento de la ciudad de Basilea.
Como curiosidad, señalar una temprana referencia a la Serie Negra, muestra inequívoca de la formación francesa de Debrigode y de sus referentes e influencias: “Apostaría los ahorros que no tengo a que de noche procura usted pillar el sueño leyendo novelones de la “Serie Negra” (pág. 59)

sábado, 2 de octubre de 2010

Platillos volantes

Debry, Peter, Platillos volantes, Servicio secreto, nº 54 , Bruguera, Barcelona, 1951, portada de (presumiblemente) Provensal
Buena novela policíaca donde un agente del FBI se enfrenta a dos bandas de peligrosos rufianes jugando un peligroso juego de máscaras que está a punto de acabar con su vida.
Mary Ferguson es una hermosa maniquí, algo soñadora, que vive en Chicago junto a su hermano, Mervin, piloto de helicópteros. Un día al volver a casa se encuentra un vagabundo, Derek Garfield, desaliñado pero atractivo, con el que intercambia unas palabras; al llegar a casa se encuentra con que su hermano está hablando con un hombre de negocios, Henry Dudley, quien le propone dejar su trabajo de aviador para entrar a su servicio. Va acompañado de un matón, Guntry, y al comentar la presencia del vagabundo, el matón recibe la orden de ir a darle una paliza pero en el enfrentamiento el aparente mendigo le vence con facilidad. En realidad ese mendigo es un agente del FBI que está siguiendo los pasos de Dudley, lugarteniente del gangster Joe Tampa al tiempo que otro agente amigo de Garfield, el agente John Saunders, sigue los tejemanejes del mafioso Bernstein pues parece claro que éste quiere aprovecharse del golpe que, se supone, está preparando Tampa. Garfield intenta engatusar a Bernstein haciéndose pasar por delincuente pero al saber que éste le ha descubierto, y poco después de que muera Saunders en un enfrentamiento con Guntry, desvela a Bernstein su condición de agente federal y su voluntad de participar en el golpe para hacerse rico y abandonar el mundo de la policía. Al mismo tiempo, Garfield se gana la confianza de Mervin Ferguson y de su hermana, de la que empieza a enamorarse, y al hacerse pasar por técnico en electricidad consigue que Mervin le escoja como su hombre de confianza para el trabajo que le propone Dudley. Una vez aceptado este trabajo, Tampa les explica que lo que van a llevar a cabo es un gran robo en el que, gracias a los helicópteros, van a sembrar el terror y el caos en la ciudad de Chicago aparentando una invasión de platillos volantes que irá acompañada de intervenciones radiofónicas que imiten lo que consiguió Orson Welles con La guerra de los mundos. Garfield desarrolla un peligroso e individualista juego a cuatro bandas -agente del FBI, hombre de confianza de Melvin, participante en el asalto a los bancos que propone Tampa y espía al servicio del mafioso Bernstein- que se resuelve bien de forma casi milagrosa: aunque el asalto y el caos en Chicago resultan un éxito, las bandas mafiosas se eliminan entre sí y Tampa es asesinado y Bernstein condenado a cadena perpetua. Mervin, que había aceptado participar al explicarle Garfield que era agente del FBI, vuelve a su antiguo empleo de piloto, Garfield decide abandonar su condición de agente para poder llevar una vida tranquila al lado de Mary que decide abandonar las fantasías que nacían de leer Los tres mosqueteros y convertir en su lectura favorita los manuales de puericultura.
La novela tiene interesantes elementos, especialmente los articulados alrededor de la figura de Garfield, “cuyo sentido del deber vaciló” (pág. 143) y a su complejo juego de identidades; el novelista consigue hacer fluida una trama compleja donde el protagonista tiene diversas personalidades y juega a despistar a todos los otros personajes de la narración. Muy sugerente resulta también la referencia a Orson Welles, “Un hombre muy cerebral que se ganó la fama con un truco de gran rsultado. Escribió un guión radiofónico, en el que fingía una invasión de Nueva York por los marcianos...” (pág. 92).

sábado, 25 de septiembre de 2010

La pequeña tonkinesa

Debry, Peter, La pequeña tonkinesa, Servicio secreto, nº 51 , Bruguera, Barcelona, 1951, portada e ilustraciones de (presumiblemente) Provensal
Explosiva novela donde se entremezclan un sinfín de elementos del pulp y del melodrama: nazis y hermosas francesas, hermanos gemelos, pérfidas mujeres orientales, espionaje y falsos culpables.
En la Francia ocupada, Flora Leduc es una hermosa mujer que ha perdido el trabajo y que es salvada de caer en la prostitución por un gallardo alemán, Karl Klist, el más terrible torturador de la Gestapo, quien se muestra atento y seductor. Flora se enamora de él y aun cuando descubre la terrible profesión de su amante no puede dejar de quererlo pues la pasión entre ambos es arrolladora y sincera.. Cuando se produce la liberación, se separan, aunque no pierden el contacto. Unos años después, Arthur Lefranc, agente del Deuxieme Bureau cree descubrir a Karl Klist cuando éste va al encuentro de Flora. El alemán consigue escapar con su amante de la encerrona de Lefranc pero en realidad él es Klaus Klist, su hermano gemelo, quien buscando a su hermano ha descubierto que éste se ha enrolado como legionario y ha partido a Indochina, a las posesiones francesas de Tonkin. Allí llega el torturador de la Gestapo y establece contacto con otros alemanes pero también, sin saber de quién se trata, con una bella oriental, May-Sihn, la pequeña tonkinesa, una enigmática mujer que es hija del pirata Lien-Sinh, que quiere capitanear una sublevación de los nativos anamitas. Por su lado, Klaus y Flora, enrolados ambos en Legión -ella como enfermera-, se embarcan en dirección a Tonkin, y también lo hace Lefranc, que sabedor de que Klaus es el hermano de Karl quiere que le lleve al encuentro del criminal de guerra; un asalto armado de Lien-Sinh lleva a pique su barco pero en la refriega Klaus mata al pirata. La pequeña tonkinesa jura venganza y para ello secuestra a Karl pero cuando descubre que no puede ser el asesino, y despertada su pasión erótica, decide convertirlo en su lugarteniente junto a un par de exnazis. Éstos desvelan cómo Karl no era un torturador sino un “paratentados”, alguien que llevado por su sentido del deber había aceptado el terrible destino de ser un chivo expiatorio de las posibles represalias de la población francesa. Klaus es detenido pero acepta hacerse pasar por Karl para llegar a él; entre otras cosas, quiere contarle que él y Flora se han enamorado. Diversos avatares provocan que la pequeña tonkinesa capture a Lefranc, Flora y a Karl y cuando decide empezar a torturarlos para que paguen por la muerte de su padre, aparece Karl; Lien-Shin le hiere mortalmente pero él la mata en un último estertor al tiempo que bendice la relación entre Flora y Klaus.
La novela toma como leit motif narrativo-musical la canción La petite tonkinoise, una célebre canción de Josephine Baker que venía a ser algo así como un himno de la Legión extranjera. Aquí la pequeña tonkinesa es una mujer de carne y hueso seductora y malvada. El relato es variado y de ritmo frenético cambiando de escenarios y personajes con una velocidad de vértigo; en él se recogen numerosos elementos de la novela popular pues se combinan orientales expertos en las más refinadas y terribles torturas, melodramáticas pasiones amorosas, muchachas puras obligadas a prostituirse, hermanos gemelos que generan confusiones por su semejanza física... El conjunto es interesante y sin ser una excepcional narración lo cierto es que es sumamente intensa destacando por su exotismo y por su gusto por esta bien conseguida fusión de elementos narrativos con un final de notable intensidad lírica: “Iban alejándose la selva tonkinesa, con sus continuas emboscadas, sus muertos, sus templos milenarios, sus verdes y lujuriosas márgenes, donde los marciales pasos de los legionarios acompasaban los menudos y deslizantes de los guerrilleros, en la marcha conjunta y trágica de la muerte”. (pág. 143)

viernes, 17 de septiembre de 2010

Condenado a vivir

Debry, Peter, Condenado a vivir, Servicio secreto, nº 766, Bruguera, Barcelona, 1965, portada de Miguel García, ilustración interior de Costa
Sólida y sorprendente novela que mezcla lo policíaco con el relato de espionaje, la novela de guerra y el subgénero de aventuras en la Legión extranjera; personajes que viven en y al límite se enfrentan sus fantasmas personales en una trama intensa donde la verdad y la nobleza se acaban imponiendo.
En el feliz París de los años 20, Abel Vigan es un feliz funcionario de lministerio de la guerra; un día al volver a casa, donde vive con su hija de tres meses y su esposa, descubre a ésta despidiéndose de un hombre. Él no sabe que su mujer, amenazada con la muerte de su niña, pasa informes de su esposo a ese espía. Abel sospecha una infidelidad y al descubrir que su esposa le miente, le da una paliza brutal; la lleva al hospital y cuando vuelve a su casa no encuentra a su hija pues ha sido secuestrada por el hombre misterioso. Desesperado se lanza al Sena pero es rescatado por una chalana que le lleva hasta Le Havre. Allí, mientras se recupera, lee en los periódicos que su esposa fue asesinada en el hospital con un disparo en la frente y que una niña de tres meses fue encontrada sin vida en las orilla del Sena. También la prensa da noticia de su desaparición, de su condición de espía -una falsedad absoluta- y de cómo finalmente se le acusa de la muerte de su esposa. Vigan, abrumado por la culpa decide ingresar en la Legión extranjera y ser un “condenado a vivir” pasándose a llamar Leon Lesurc y a ser conocido como “Malasaña”
Veinte años después, el capitán Gustav Martel, un cargo importante en la resistencia francesa que opera desde Londres decide ir a Dakar en busca de Marc Martel, su hermano. Marc es un aventurero incorregible que, tras el encuentro con Gustav y tras escapar a una encerrona de un traficante de drogas, se muestra como un tipo noble, algo pendenciero pero cargado de una sólida escala de valores. Gustav le propone ingresar en la Legión extranjera y desplazarse a la frontera entre Argelia y Túnez para que pueda desenmascarar a un espía alemán que puede desbaratar los planes de rebelión de la Legión y su apoyo a los aliados. Él sospecha de Vigan-Lesurc; ha indagado en su historia y al creer que veinte años antes ya robó documentos para los alemanes, ahora cree que debe de seguir haciendo lo mismo. Marc ingresa en la Legión y, a causa de su carácter indomable, tiene oportunidad de conocer a Lesurc; con los años éste se ha convertido en sargento y es célebre por su dureza implacable y por su carácter solitario, casi inhumano. Castigado por Lesurc, Marc se ve incorporado a un pelotón de reconocimiento que, en medio del desierto, es capturado por el ejército alemán. Allí Marc se enfrenta al vardaeo legionario espía y a los nazis a los que vence; cuando vuelve a la guarnición descubre a la bella hija del recientemente fallecido comandante de la guarnición, Lucie de Rancy y entre ambos surge una especial fascinación. Mientras Gustav conoce el caso de la reciente muerte del comandante de la guarnición donde está su hermano; De Rancy y su esposa murieron, aparentemente, de forma accidental, pero se descubrió que ella era brutalmente chantajeada por un espía -Robert Jarnac- para que pasase información que guardaba su marido. Él se suicidó y ella fue asesinada por Jarnac con un tiro en la frente. La similitud del caso revela a Gustav que Lesurc, el presunto asesino, en realidad fue una víctima del mismo Jarnac veinte años atrás.
La resistencia propone a Lesurc una misión desesperada para permitir el levantamiento de la Legión en apoyo de la causa aliada; él acepta pero es secuestrado por Jarnac y unos crueles beduinos que se deciden a torturarlo cruelmente si no confiesa su misión. En esa situación desesperada, la casual llegada de Marc permite su libertad y que ambos vayan a cumplir su misión suicida de la que, milagrosamente, saldrán airosos. Gustav, por su parte, conseguirá reducir a Jarnac y ofrecérselo a Lesurc. Cuando éste descubre que ése fue el causante de su desgracia y el asesino de su esposa e hija, obliga al beduino que antes quería torturarle a que lo mutile cruelmente. Marc abandona la legión y parte a la búsqueda del amor de Lucie de Rancy y Lesurc vaga por los zocos del norte de África acompañado de un deshecho humano, sin brazos ni piernas, sin ojos ni lengua, al que tortura golpeando y haciéndole pasar sed y hambre. Una bomba nazi les mata pero en el rostro sin vida de Lesurc aparece un esbozo de sonrisa. Él de alguien que había sido liberado de estar condenado a vivir.
Buen relato de Debry, con ese gusto tan suyo por la hibridación de géneros, que destaca por su estilo preciso y, como no, por su retrato de personajes con la presencia de dos perfiles muy característicos de su narrativa: el personaje inocente torturado por un pasado que debe expiar- Lesurc- y el burlón pendenciero de sólido sustrato moral -Marc-. La novela avanza segura en su desarrollo argumental con esa característica despreocupación por el rigor documental y por una verosimilitud absoluta que pueda cercenar la intensidad del relato. La crueldad extrema del desenlace seguramente bordea el límite de lo aceptable por la censura de la época.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Melodía siniestra

Debry, Peter, Melodía siniestra, Archivo secreto, nº 95, Bruguera, Barcelona, 1966, portada de Jorge Núñez, ilustraciones interiores de Altamira y Costa
Compleja novela donde se combina el género negro con la novela de espionaje y en la que la Viena posterior a la Segunda Guerra Mundial se va a convertir en el escenario donde se va a desarrollar una historia de ambición y venganza.
Pocos antes de acabar la Segunda Guerra Mundial, un prisionero de los nazis, el oficial austriaco Rolf Lukas, recibe la vista de el capitán de submarinos Albert Kleiber, la bella Militza Rezke y el hermano de Rolf, el también oficial Werner. Rolf lleva años detenido por la Gestapo por su negativa a incorporarse a a disciplina nazi y sus tres visitantes le ofrecen la libertad, dinero y la liberación de su prometida, Margaret Thompson si colabora con ellos en un misterioso proyecto.
Tiempo después, en Londres, Carol Sutton, una hermosa chica que trabaja en unos grandes almacenes recibe la visita de Mildred Rilke; ésta le propone un extraño negocio: aparentar ser Margaret para que un enfermo mental pueda recuperar la salud. Carol acepta -los emolumentos son generosos- y para ello debe desplazarse a París y luego a Zurich. Lo hace sin saber que la noche de la partida Mildred es torturada y asesinada. El inspector Stanley de Scotland Yard investiga y, además de identificar a la ingenua Carol, descubre que una extraña melodía sonó en la hora del crimen. En París la muchacha es atendida por el arisco profesor Kleist quien la inscribe en un hotel con el nombre de Margaret; a la noche siguiente y a la misma hora en que Mildred murió, Kleist es torturado y asesinado mientras suena nuevamente una extraña música; el comisario Lefranc se suma a la investigación de Stanley y ambos descubren que Carol es inocente aunque una pieza clave de un complejo rompecabezas. También descubren que las víctimas eran en realidad Militza y Kleiber; ello les lleva a desplazarse hasta Zurich para intentar resolver el caso.
Mientras, en Viena, el agente soviético Sacha Razin visita la tienda de cajas de música de Rudolf Grover y de su hija Lil; no es el único pues tanto los ingleses y franceses como un desertor americano, Flaherty, están investigando sobre esas cajas de música. Razin explica a Lil cómo cuatro cajas vendidas al final de la guerra constituyen una suerte de contraseña que utilizaron cuatro individuos que, ante la inminencia del fin del conflicto, decidieron guardar un importante colección de joyas, su particular botín de guerra. Lil acepta acompañar a Razin a Zurich para identificar al comprador pero en el viaje Flaherty secuestra al soviético y obliga a Lil a colaborar con él. Haciéndose pasar por Razin se reúne con Stanley y Lefranc y los tres deciden ver si alguien se acerca Carol-Margaret. Un hombre lo hace y no es otro que Rolf Lukas, quien consigue escapar del acoso policial y encontrarse con su hermano Werner. Éste le explica que Margaret murió a inicios de la guerra, torturada y asesinada, y que él había matado a Mildred y Kleiber, que estuvieron implicados en su muerte. Werner es finalmente abatido por la policía y al final se descubre que Flaherty no era un desertor sino un agente de una compañía de seguros que quería recuperar las joyas robadas. Finalmente Razin y Lil deciden emprender una vida juntos y meses después Carol recibe, en los grandes almacenes donde trabaja, la visita de Rolf quien le propone intentar iniciar una relación amorosa.
La novela desarrolla una trama notablemente compleja y aunque dibuja personajes interesantes lo cierto es que su sobreacumulación genera una cierta dispersión. Algunos elementos narrativos como las cajas de música son exageradamente inverosímiles pero el retrato de ambientes y de pasiones sostiene con corrección la novela. Lo más interesante del relato no son los entramados de espionaje sino especialmente los personajes de los policías, desde los sarcásticos y cachazudos Lefranc y Stanley hasta el soviético Razin, un profesional que nunca habla de política y que abandonará su país por amor.

jueves, 19 de agosto de 2010

Brindis por dos difuntas

Debry, Peter, Brindis por dos difuntas, Archivo secreto, nº 67, Bruguera, Barcelona, 1965, portada de Fabá
Interesante aunque fallida novela policíaca donde un periodista y escritor, a causa de una casualidad digna de Hitchcok se ve arrastrado por una compleja trama en la que debe sumergirse para salvar su propia vida.
Rod Kruger es un periodista especializado en rumores y ecos de sociedad, ocasional escritor de novelas policíacas y seductor incorregible. Una noche, en un elegante bar, conoce a la bella Leila Morrisson, quien desde hace tiempo resiste los acosos del millonario Hugo Volberg, un tipo al que Kruger detesta pues cree, y así lo dijo en uno de sus scoops, que tras la muerte de su amigo el pintor Van Dyrk, se apropió de sus cuadros. Tras enfrentarse al millonario, y tras la marcha de éste y Leila, traba amistad con un desconocido, Ray Pilgrim quien, borracho como una cuba, le explica que ha sido secuestrado por dos mujeres francesas y que ambas escondían en su casa dos cadáveres. Kruger se lleva a Pilgrim a su apartamento para que duerma la curda pero al día siguiente lo encuentra asesinado. A la llegada del teniente Bianchi, Kruger decide no contarlo todo pues intenta investigar qué hay de cierto en los desvaríos del difunto Pilgrim; para ello decide entrar en contacto con las dos francesas que dijo conocer la víctima pero antes sufre un intento de asesinato lo que le lleva a la evidencia de que el asesino de Pilgrim en realidad le quería matar a él. El encuentro con las dos francesas le lleva a descubrir que éstas no secuestraron exactamente a Pilgrim sino que le retuvieron para animarle a colaborar en una producción cinematográfica pero lo más sorprendente es que, en realidad, sí que hay dos difuntas en la casa, dos cadáveres de dos mujeres que fueron dejados por el anterior inquilino de la casa, el pintor Forbes. La investigación de Kruger avanza y le lleva ser seducido por la bella Berta Risko, modelo del pintor Forbes y del difunto Van Dyrk. Todo se complica extraordinariamente cuando se descubre el cadáver de Forbes y a su lado, sin sentido, a Kruger, quien intenta desesperadamente demostrar su inocencia. La complicidad de Bianchi le permite tender una trampa a Volsberg y demostrar que él fue el asesino de las dos mujeres, una antigua modelo de Van Dyrk -y antigua amante de Kruger-y una mujer a la que el millonario sedujo y engañó, que él incitó a Forbes a que matara a Kruger y a Pilgrim por miedo a que comunicaran el descubrimiento de los cadáveres, que luego mató a Forbes y que más tarde utilizó a la bella Risko para incriminar a Kruger. La policía detiene al millonario y Kruger, cerrando el círculo, vuelve a intentar seducir a Leila Morrison quien se muestra agradecida al periodista porque le ha apartado de un indeseable peligroso.
La novela arranca con fuerza e intensidad, con ese cínico protagonista que se inmerso en una complejísima historia de forma absolutamente casual, pero luego se mete en vericuetos exageradamente complejos de los que el narrador sale airosos a duras penas. A pesar de esos defectos y de algunas notables irregularidades argumentales que rompen el principio de verosimilitud, la novela mantiene cierto interés por el retrato de personajes y muy especialmente por la fuerza de unos diálogos que permiten caracterizar una compleja constelación de personajes cínicos y desesperanzados.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Tu tumba se abre mañana

Debry, Peter, Tu tumba se abre mañana, Archivo secreto, nº 73, Bruguera, Barcelona, 1965, portada de Provensal
Espléndida novela de ambientación parisina y de clara influencia francesa donde se plantea una historia de redención personal enmarcada en un entramado narrativo donde confluyen policías, periodistas, asesinos y rateros de poca monta.
Una banda atraca con éxito un banco; el grupo lo dirige el corso Victor Damiano y lo integran dos peligrosos y sanguinarios hermanos bretones, los Kerval, y, haciendo funciones de conductor, Victor Montan. El perfecto atraco despierta el interés del periodista Yves Brejac quien mantiene lazos de colaboración profesional con la policía, especialmente con el inspector Leclos. Los atracadores mantienen tensas relaciones entre ellos pues los hermanos Kerval disfrutan humillando a Montan; éste, que acepta la situación, está enamorado de la bella y casta Catia, a quien hace creer que es un corredor automovilístico; algo de ello es cierto pues lo fue hasta que fue expulsado de los circuitos tras amañar una carrera en la que murió, por su culpa, aunque accidentalmente, su amigo el irlandés O’Keefe.
La banda plantea un nuevo atraco pero, de modo accidental, Damiano muere al disparársele la pistola; Montan quiere dejar la ciudad de París pero al intentar robar un coche es detenido por la policía; el inspector Leclos, aunque no tiene pruebas, sospecha que formaba parte de la banda de Damiano y decide retenerlo en prisión pero Montan, tras suplantar la personalidad de un clochard, consigue escapar. Leclos busca la colaboración de Brejac quien organiza una campaña de prensa para buscar al que ya se considera peligroso criminal; al leer Catia la verdadera historia de Montan decide cortar su relación. Éste, desesperado, se presenta por sorpresa en casa de Brejac y le cuenta su verdadera historia pidiéndole que rectifique la información sobre la muerte de O’Keefe pues el periodista había explicado que Montan había sido el causante voluntario de su muerte. Entre Montan y Brejac nace una sincera amistad que lleva a éste último a que interceda por él delante del inspector Leclos. Mientras tanto, Montan entra en contacto con unos raterillos a los que propone un golpe en el que obtener pingües beneficios; Rudy, Zarco y la bella Nita -con la que Montan se acuesta- aceptan y el golpe se convierte en un atraco perfecto.
La vuelta de Catia sitúa a Montan en una tesitura complicada pues ella acepta su amor si él decide abandona el crimen; debatiéndose en un mar de dudas, acostándose con bellas mujeres y hablando con Brejac, se plantea volver a la vida normal pero un nuevo golpe de los Kerval, que acaba con Leclos gravemente herido, lleva a Montan a una situación límite. Si muere el inspector asume, por amistad con Brejac, que deberá ajustar las cuentas a los bretones. Leclos muere y el periodista y Montan deciden ir a la guarida de los Kerval a quienes, tras un intenso tiroteo, consiguen eliminar. Montan queda gravemente herido pero al final se descubre que Leclos no había muerto sino que todo había sido una falsa información de la policía para detener a los Kerval. Nada salió como las fuerzas de orden público habían querido pero finalmente Leclos se cura, Montan sana y decide devolver todo el dinero robado y entregarse a la justicia. Su voluntad de redención atenúa la pena -a ello ayuda la declaración de Leclos- y tras una breve estancia en la cárcel es liberado; con la recompensa recibida por retornar el dinero decide empezar una nueva vida con Catia.
A lo largo de toda la novela va sonando en la cabeza de Montan la balada de Tom Dooley, una canción folk de la época donde constantemente se recuerda “vas a morir mañana”, de ahí el título de la novela. Ésta canción se convierte en aviso trágico que persigue al héroe que al final se cumple, aunque el obligado final feliz restituya el orden. Este aire trágico, la complejidad del protagonista, el magnífico retrato de los arrabales parisinos y el impulso de redención que acompaña toda la novela la convierten en una pieza admirable. Excelente resulta el retrato de personajes con ese triángulo formado por el irregular periodista sensacionalista, el noble policía y el delincuente honrado; Montan es un gran personaje, un hombre abrumado por su pasado como conductor de bólidos, elevado por su amor a Catia y arrastrado por el remolino de los acontecimientos que le lleva a convertirse en un criminal aunque siempre gobernado por un impulso de nobleza y generosidad que le permitirá la redención final.
Para escuchar la canción de Tom Dooley en la célebre versión de The Kingston Trio, verdadero anuncio trágico que nos recuerda la coplilla de El caballero de Olmedo de Lope de Vega, se puede ir a http://www.youtube.com/


miércoles, 4 de agosto de 2010

Eva y los gorilas

Debry, Peter, Eva y los gorilas, Servicio secreto, nº 712, Bruguera, Barcelona, 1964, portada de Provensal
Curiosa novela que sabe crear situaciones y personajes de gran fuerza, que desarrolla una trama donde se mezcla la novela negra con la novela de espionaje y que se permite una curiosa irrupción en lo fantástico más propia de la ciencia ficción.
En París, Didier Bertrand, el jefe de una sección clandestina de los servicios secretos franceses, encomienda a Gaston Joris, uno de sus gorilas, la misión de proteger a un científico húngaro, Frol Konradin, que se quiere pasar al bando occidental para vender unos secretos. Tras simular un accidente de tráfico y substituir el cuerpo de Konradin por el de un cadáver de la Morgue, el sabio es internado por Joris y su ayudante Firmin Lebrum en una clínica para ser sometido a una operación de cirugía estética que le permita emprender una nueva vida. Mientras, Eva Blain, agente especial del servicio secreto, recibe el encargo de Bertrand de vigilar a Joris; así lo hace desde el restaurante Normands, donde cenan por separado, hasta que Joris es engañado y secuestrado por unos matones marselleses -Luc Mestral y Lacroix- que han descubierto su montaje para aparentar la muerte de Konradin. Cuando la situación parece desesperada, aparece Blain, que con una extraordinaria habilidad física reduce a los matones y acuerda una cita con Joris; cuando éste interroga a los matones confiesan que trabajan para un tal Stefan y aunque Bertrand le propone que los mate, él los deja en libertad.
Konradin, con su nuevo rostro vendado, golpea a su vigilante .Lebrum- y se escapa; Joris intuye que su novia Elsa Rocher ha sido secuestrada y quizás otra potencia le chantajea. Empieza a partir de ese momento una persecución por los arrabales de París donde entra en contacto con una amante de Konradin, chulos y gorilas que le quieren matar, agentes del servicio secreto soviético y donde Joris se hace pasar por Konradin -nadie conoce su nuevo rostro-; seduce a la bella Carlota y ello le permite llegar hasta su jefe, el enigmático Stefan. Las situaciones complicadas en que se mete Joris vuelven a ser resueltas por la irrupción de la bella Eva Blain hasta que en un momento determinado, ve la aparición de dos genuinos gorilas -dos enormes simios- que le ayudan en una situación comprometida.
Joris sigue su búsqueda de Konradin hasta que descubre que éste se quería vender al mejor postor inducido por su prometida, Elsa Rocher, quien a su vez le había vendido para conseguir ella sola todos los beneficios. Muere Rocher y se descubre que detrás de toda esta compleja trama el cabecilla no es otro que Didier Bertrand que, una vez desenmascarado, decide a matar a Joris; cuando la situación parece irreversible, nuevamente los dos simios irrumpen y salvan al protagonista. Konradin -que vivía escondido bajo la identidad de un clochard- y Bertrand son detenidos La extraña situación tiene una explicación final: los gorilas eran los matones marselleses Lacroix y Mestral que, agradecidos porque Joris les perdonó la vida, aceptaron la propuesta de Eva Blain de probar una suerte de armadura con forma de piel de gorila y de proteger a Joris. Resuelto el caso, Joris y Blain se prometen y abandonan el servicio secreto para llegar una plácida vida como pequeños empresarios de una empresa de transportes.
La novela tiene sus puntos de interés y quizás destaca por su estilo preciso y cortante -“Los cristales transparentaban la horrenda vertical de hierro del ingeniero Eiffel, apuntando al cielo plomizo, como un gigantesco índice imperativo” (p.7)”- y por sus personajes, especialmente Joris y la bella y letal Blain. La trama tiende a ser algo alambicada y, puntualmente, confusa, y la irrupción de los gorilas propone una extraña propuesta inverosímil que, a pesar de la explicación final, resta fuerza y credibilidad a la narración. De todas formas, algo hay de juego intelectual en estos gorilas; tras apuntar Bertrand que “Es un apelativo puesto de moda por la “Serie Negra””. Los agentes de escolta y acción, tanto los propios como los de la competencia, carecen de identidad. Son gorilas.” (p.8), tras aparecer a lo largo de la novela gorilas y más gorilas, al final aparecen unos gorilas... de verdad. O cuando menos, que lo parecen. Probablemente es una de las primeras citas que hay en la literatura española de la Serie Negra de Gallimard.

sábado, 17 de julio de 2010

Bar Aventura

Peterson, Vic, Bar Aventura, Servicio Secreto, nº 251, Bruguera, Barcelona, 1955, ilustraciones interiores de Badía
Sobria novela negra de excelente factura donde la complejidad narrativa y el retrato de personajes se convierten en elementos al servicio de una intriga sabiamente conducida por el autor.
Kit Doyle es un detective privado de Cleveland que, tras una noche de borrachera donde flirteó con una pelirroja y una morena, llega a su casa donde es asaltado por un delincuente. Tras amarrarlo y pasar la noche con éste maniatado descubre que éste es Bruno Garvin, quien vigilaba a la pelirroja Stela Todd, bailarina del Bar Aventura y creyó que Doyle tramaba algo con ella. Doyle recuerda que Todd le dijo algo de una pieza ambarina y al darle Garvin su dirección decide ir a verla. Al llegar no sólo la encuentra muerta sino que descubre a la policía que le está esperando pues ha sido acusado del crimen por un anónimo. El teniente Wilcox y su taquígrafa Joan Farnum no creen que él sea culpable -especialmente Joan, que está secretamente enamorada de él- y le dejan en libertad para que investigue el caso con el compromiso de que se irá de Cleveland. Su investigación le lleva a buscar la ayuda del periodista Jack Roberts, quien le pone en contacto con la amiga de Stella, Bess Gordon, la morena que había flirteado con él. Al explicarle Doyle la situación ella decide salir de su apartamento mientras poco después el detective es secuestrado por Garvin, quien muere tras un accidente de circulación. Poco después Doyle vuelve al piso de Bess pero la encuentra muerta. Tras buscar la ayuda de la bella Joan, decide ir al Bar Aventura, donde trabajaba Stella y Garvin;, allí es asaltado por Carl Amalfi y seducido por la bella Nela Romana, “la sensualidad facial de Lana Turner, la ágil figura de Esther Williams y el busto de Jane Russel”(p.54), con quien se escapa. En realidad todo es una artimaña para sonsacarle información. Poco después Amalfi es asesinado -y una vez más él aparece como principal sospechoso- y con la ayuda de Joan y de Roberts consigue descubrir que el verdadero culpable es Gene Ventura, el propietario del Bar Aventura que, tras robar unas joyas guardadas en un urna de ámbar fue descubierto por Stella Todd. Viendo Doyle lo embrollado del caso decide ir a visitar al poderoso Boldiski, un magnate que, antiguo mafioso, en realidad es el auténtico propietario del Aventura; al saber del caso y de que Ventura le puede crear problemas, decide premiar a Doyle y entregar a la policía a su empleado Con el dinero recibido, Doyle decide retirarse de la profesión, irse a California a comprar una granja pero no sin antes casarse con la casta Joan Farnum.
La novela bebe directamente de la tradición del cine negro -Wicox le dice a Doyle “Vas lo suficientemente al cine para conocer lo que sucede” (p.22)- y lo hace creando personajes sólidos y, especialmente Doyle, cargados de matices y ambigüedades: “Calles tranquilas, jardincillos, casita con cortinas opolicromas, horarios prudentes en que a las diez de la noche se dormía...Todo lo que detestaba” ( p.47). La ciudad de Cleveland aparece ampliamente documentada -y creíble- y especialmente interesante es la estructura narrativa, pues el personaje va descubriendo la complejidad de la trama al tiempo que el lector lo hace siendo la intervención del narrador omnisciente muy sutil y hábil en el manejo de la información.

sábado, 10 de julio de 2010

El caso de las noctámbulas

Peterson, Vic, El caso de las noctámbulas, Detective, nº 13, Bruguera, Barcelona, 1953, portada de Provensal, ilustraciones interiores de Macabich, traducción de Luis Solas Lara
Sugerente narración que retoma personajes de novelas anteriores y que elabora una trama altamente compleja donde confluyen mujeres turbadoras, estafadores, espías y detectives que quieren imitar a los personajes de la novela y el cine negro.
Carl Baxter es un documentalista para el cine de Hollywood que se encuentra ejerciendo de detective privado en la agencia Flanagan tras los avatares de El caso del viudo alegre; asesorado por un viejo periodista, Agnus Alistair, decide imitar a los detectives del cine y de las novelas para crearse una personalidad profesional convincente.
Sentado en su despacho, recibe la visita de Marcia Wilmott, una rolliza y sensual taxidermista que viene a solicitar ayuda al detective tras haber advertido algo raro en las proximidades de su casa; imposibilitada de dormir por los lloros de unos niños gemelos, de noche descubrió a su madre, la señora Brent y a su esposo, Percival Brent, cargando el cadáver de Franklin Arliss, el primer marido de la señora Brent que había fallecido en Corea. Igualmente durante esa noche vio a otro vecino, John Smith, en una situación algo indecorosa con la bella y famosa cabaretera Deborah Dickson. Ella y su sobrina Bárbara son las noctámbulas del título que desencadenan toda la acción.
Poco después Baxter recibe la visita de Smith, quien le insta y amenaza a abandonar el caso y poco después también se encuentra con Cris Seldon, otro detective privado que le anima también a dejar la investigación; en realidad ambos creen que está investigando a Smith cuando en realidad su caso es el de los Brent. No obstante ello, el sorprendente suicidio de Smith le lleva a sumergirse de modo voluntario en este caso. Así, para sonsacar información, engaña y seduce a una compañera de cabaret de Deborah, la bella Junis Palmer descubriendo así que Seldon, Deborah y su marido, Dexter, tenían montado un entramado de chantaje donde ella seducía un hombre casado, Dexter aparecía como marido iracundo que aparentaba morir tras una reyerta y Seldon como el negociante que extorsionaba. Baxter desenmascara el caso y es brutalmente agredido aunque la intervención del FBI y del agente Cardigan le salva. Recuperado, intenta resolver el caso de los Brent descubriendo, tras una inmersión en los más bajos fondos de San Francisco que la señora Brent y Percival Brent estaban legítimamente casados tras la aparente muerte de Arliss y que éste, prisionero en Corea del Norte, había aceptado convertirse en espía comunista para en realidad ser un topo infiltrado en la organización para así desbaratar los planes de los enemigos de América. La aparente muerte de Arliss fue una mascarada para engañar a la cocinera de la familia Brent y poder mantener así en secreto que Carliss estaba vivo para que así pudiese seguir su labor de espía.
Baxter, tras vivir situaciones de altísimo riesgo, se da cuenta de que la carrera de detective no es la suya; decide volver al amor de la bella Hazel, de la que se había enamorado en la novela anterior, mientras Marcia Wilmott y el agente Cardigan inician una sólida relación
Buena novela con dos complejas tramas hábilmente dispuestas y resueltas; lo mejor del relato es la identidad de Baxter, detective ocasional que se ve inmerso en unas tramas que, aunque las sabe resolver, le desbordan por su complejidad y por el contacto que suponen con el mundo de la violencia, la delincuencia o el espionaje. En esa voluntad metaliteraria de imitar a los personajes de la ficción, Baxter recoge los tópicos del género y llega a actuar comme il faut, siendo especialmente sugerente su trato con las mujeres seductoras. El retrato de los bajos fondos es creíble y atmosférico y así, la taberna Punta lobos constituye un espacio descrito con notable intensidad. El desenlace de la novela, donde el héroe se asusta y decide volver al redil de la vida burguesa se cierra con un apunte crítico cuando su esposa, tras recibir un beso de Baxter:
“Mas pese al beso de sincero amor que recibió, Hazel Baxter pensó que en el porvenir iba a tener una rival difícil: la imaginación del que, en cierto modo, como Franklin Arliss, prefería la aventura a la placidez del matrimonio.” (p. 127)
Este beso burgués de Baxter, cuán distinto es del beso que puede imprimir en los labios de una cabaretera cuando ejercía de private eye:
“- Me gusta siempre ir de frente, Junis. ¿Es este el carmín del fatídico trece?
Ella en pie, se tocó los labios, sonriente.
-Créalo o no, es mi color natural.
-Si pudiera comprobarlo, el reportaje quedaría mejor documentado.
-Sin insistir...-musitó ella, cerrando los ojos y adelantando el busto.
Se desprendió al cabo de un largo instante, para comentar:
-La censura no le admitiría esta escena, Carl. ¿Dónde le enseñaron a besar así?” (pág. 57)

domingo, 4 de julio de 2010

Todo un héroe

Debry, Peter, Todo un héroe, Brigada secreta, nº 94, Toray, Barcelona, 1954, portada de Virgili
Inicial versión de la excelente Héroe peligroso, publicada en 1967 en Servicio secreto como novela original. De una novela a otra apenas hay variaciones aunque el autor se adapta a los acontecimientos históricos contemporáneos a la publicación. Si en la edición de Toray el protagonista era un veterano de la guerra de Corea, en la versión de 1967 será un veterano de...Vietnam. Si en la versión de los años sesenta era curioso el conocimiento del autor del Roller-Derby, el violento patinaje de velocidad de competición, y lo achacábamos incluso a un posible viaje de Debrigode a San Francisco -en aquellos años él vivía en Caracas-, su aparición en esta novela de 1954 desmonta esta hipótesis.

domingo, 27 de junio de 2010

El gang de "Medio rostro"

Debry, Peter, El “gang” de “Medio Rostro”, Selecciones Servicio secreto, nº 60, Bruguera, Barcelona, 1963, ilustracions interiores de Francisco Romeu
Buena novela negra que desarrolla parte de su acción en el ámbito carcelario y que ofrece un sorprendente cambio de protagonista de remarcable efectividad narrativa.
Penitenciaría de Springfield. 1930. Walter Barclay está detenido acusado de haber participado en el robo y asesinato de un oficinista que llevaba una importante cantidad de dinero. Él es inocente y pudo ver al asesino. En espera de la rueda de reconocimiento que le va a permitir identificar al asesino, recibe una serie de amenazas por parte de otros presos, Sparacino y Renzio, ambos integrantes del gang de Ludovici, “Medio rostro”, un cruel mafioso identificado por tener media cara deformada a causa de una explosión durante la primera guerra mundial. Los mafiosos le amenazan con asesinar a su novia, Katia, al tiempo que le anuncian una buena recompensa así como facilitar su libertad si cambia su declaración. Finalmente accede y, mintiendo, permite la libertad del asesino, Dicky Palermo. Tras la intervención de un abogado de “Medio rostro”, y después de seis meses, consigue su libertad. Los mafiosos le indican que puede encontrar a Katia, que era mecanógrafa, en un cabaret de Chicago. Alí se desplaza y así descubre que el sórdido Cavern Rock está dirigido por Palermo y que allí trabajan sus matones Sparacino y Renzio. Al descubrir que Palermo ha secuestrado al hermano de Katia y que la ha convertido en su amante bajo amenazas. Barclay se enfrenta al mafioso siendo brutalmente asesinado por sus sicarios.
Dos noches después un matón se presenta en la Cavern Rock y tras fanfarronear con los sicarios se presenta como Vernon Freser; al insinuar que tiene cierta relación con Barclay, los mafiosos deciden que la seductora Tess, una cabaretera, flirtee con él y lo lleve a una habitación donde lo acorralarán. Así lo hace pero Freser consigue reducir brutalmente a Sparacino, Renzio y Palermo. Tras saber “Medio rostro” lo que ha ocurrido deciden perseguir a tan peligroso personaje por lo que ofrecen a Tess una suculenta cantidad si participa nuevamente en la encerrona. Ella acepta pero con lo que no contaban los malhechores era con que Tess, una vez enterada de que Katia, tras sufrir mil y una agresiones ha sido asesinada por Palermo, decidiese traicionarlos. Fraser y Tess son perseguidos por los mafiosos pero consiguen escapar descubriéndose que el hermano de Katia fue asesinado y que Vernon Fraser, en realidad, es un agente del recién formado cuerpo del FBI. Tras una última escaramuza Fraser acorrala a los malhechores y acaba con ellos, aunque queda gravemente herido. En un epílogo sabemos que Fraser estaba casado desde hacía años, que tenía hijos pero que ello no supone ningún obstáculo para que, una vez se haya recuperado, siga su cruzada contra el crimen.
La narración tiene efectos altamente interesantes como son los episodios carcelarios, los recorridos por la ciudad de Chicago y por el lago Michigan, los caracteres de los personajes o la violencia extrema de algunas secuencias. Supone una interesante propuesta la muerte del protagonista a media novela y la aparición de un nuevo héroe, ambiguo e inquietante; de igual manera es sugerente que Fraser, a diferencia de otros estereotipos, sea un héroe casado lo que no le impide seducir otras mujeres o, de forma singular, no condiciona su compromiso ni le obliga abandonar su vida peligrosa. La novela tiene el copyright de Francisco Bruguera, como todas las de la colección Selecciones y ya había sido publicada en 1954 en Servicio Secreto.



sábado, 19 de junio de 2010

Gongo Kong

Debry, Peter, Gongo Kong, Selecciones Servicio secreto, nº 7, Bruguera, Barcelona, 1962, ilustracions interiores de Rojo
Curiosa novela cargada de inverosimilitudes y efectos que rozan el absurdo pero que sabe combinar diversos géneros en una extraña atmósfera que atrapa al lector a pesar de sus múltiples deficiencias.
Kirk Roket es un antiguo campeón de lucha libre que, reconvertido en aventurero, se sumerge en las islas de Nueva Guinea a la busca y captura de fieras y fenómenos para los circos y zoos de occidente. Allí, entre salvajes y antropófagos descubre a Kong, un kanako albino al que salva del ataque de un peligroso jabalí. Al mismo tiempo, en Nueva York, el empresario de lucha libre Lewis Topfer se encuentra desolado porque a pesar de que tiene excelentes luchadores, -Carlo Rigi o Hans Berdoff- el público parece perder interés por el espectáculo; se le ocurre enviar un cablegrama a Roket pidiéndole ayuda, y ello coincide con el encuentro que éste ha hecho de Kong y de la gratitud eterna que éste le ha prometido. Kong se convierte en la gran esperanza blanca de la lucha libre neoyorkina.
Kirk Roket, bajo la personalidad de aventurero y ahora de manager es en realidad un peligroso espía al servicio dela Red del Dragón Rojo, una organización internacional perversa; sus contactos son el apacible matrimonio Graham y su bella hija, Maisy, en realidad una pérfida mujer de quien Roket está perdidamente enamorado. Su misión en Nueva Guinea era descubrir si se habían hecho experimentos con un nuevo descubrimiento, el Napalm-4 pero ahora la organización sabe que las fórmulas de tan peligroso material se encuentran en Nueva York. El viaje de Roket con Kong a la ciudad de los rascacielos se convierte en una magnífica tapadera para proseguir con su labor de espionaje. Kong, bautizado Gongo Kong, arriba a Nueva York y, como un nuevo Tarzán, se muestra sorprendido ante la civilización; en una visita a un club nocturno queda prendado de la bailarina negra Norah Hazle, a la que intenta llevarse aunque es detenido por la policía. Aunque es posteriormente liberado y él se siente arrepentido, está dispuesto a todo para casarse con Norah, aunque tenga que enfrentarse a su prometido, el hampón de Harlem Josuah Norris que la tiene atemorizada. El primer combate, contra el duro Perkins, acaba con una victoria espectacular de Kong donde éste muestra su arma secreta: tiene pies prensiles que le permiten atacar casi como si tuviese cuatro manos. Mientras, la bella Maisy descubre que el científico Thomas Berkland esconde los planos del Napalm-4 en su casa inexpugnable y exige a Roket que utilice a Kong para poder asaltarla. Buscando a la bella Norah, Kong se sumerge en el barrio de Harlem donde descubre a Marcus Harvey, un reputado bailarín que fascina a todo el barrio con sus danzas aunque en realidad es un agente de FBI infiltrado en los bajos fondos; traban amistad y viendo Harvey cómo Norris le quiere matar, les propone que diriman sus enfrentamientos en el ring: ambos aceptan. Cuando Kong vuelve a encontrar a Roket éste le propone el asalto a la casa de Berkland con un engaño; Kong, que confiaba ciegamente en Roket se da cuenta de su maldad y decide explicar lo que éste trama a Harvey. El policía decide hablar con Berkland, a quien Maisy había intentado seducir, y ambos optan por permitir el robo para poder descubrir la compleja trama de espionaje. En la noche del gran combate, Kong, liberado de su compromiso con Roket por su traición, decide no pelear; poco después Maisy va al encuentro de Roket y le mata con dos disparos a quemarropa aunque no evita que éste , en un último estertor, la estrangule. Kong recibe tratamiento médico y un científico consigue curarle de su albinismo pudiendo recuperar con orgullo su condición de negro. La comunidad negra de Harlem decide reunirse para decidir cuál de los dos pretendientes de Norah, Norris o Kong, es digno de ella y para eso celebran una reunión vudú donde queda al descubierto la grandeza moral de Kong y el talante miserable de Norris,. Finalmente Harvey, Kong y Nora se convierten en las estrellas de los mejores clubs nocturnos de la ciudad.La novela es extraña y disparatada, casi onírica en algunos momentos, con inverosimilitudes extrañas en Debry; probablemente ésta fue una novela fou, donde el autor se dejó llevar totalmente por la imaginación entremezclando en un relato cazadores en Nueva Guinea, luchas con caníbales, escenas de lucha libre, miserias de los bajos fondos neoyorquinos, fenómenos de la naturaleza, reuniones vudús, espías internacionales, científicos geniales y bailarines deslumbrantes; ¿se puede pedir más en ciento veinte páginas? Como curiosidades destacar el magnífico conocimiento del mundo de la lucha libre, las correctas descripciones de Nueva York o el hecho extraliterario de que la novela tenga el copyright de Francisco Bruguera; la novela había sido ya publicada en 1951 en Servicio Secreto y lo cierto es que tiene ese aire algo naif que ofrecían los primeros títulos de la colección.

domingo, 6 de junio de 2010

Morir por etapas

Debry, Peter, Morir por etapas, Servicio secreto, nº 380, Bruguera, Barcelona, 1957, portada de Badía Romero, ilustraciones interiores de Carrillo
Planteada como una novela de espionaje, este relato se desarrolla como una intensa novela negra con continuas sorpresas argumentales y vertebrada por unas inusitadas dosis de violencia. Todo ello al servicio de una narración que, compleja, es sabiamente dirigida por el narrador.
Guy Stevens, agente de la Cuarta Sección de Contraespionaje Británico, es enviado a Australia para investigar la desaparición del profesor Lars Morlake, científico responsable de un descubrimiento decisivo para la seguridad del país. En una misión similar ya han sido eliminados dos agentes y para ello conviene un absoluto secreto en su misión; no podrá realizarla con su ayudante, Chic Garfield, cambiará de identidad -se llamará George Storm- y su único contacto será una corista de Sidney, Cora Bryce. Durante el viaje entabla cierta amistad con el comerciante Henry Diógenes y sólo pisar Australia es secuestrado; logra escapar y llegar al club Maya, donde trabaja Cora, y consigue saber su dirección por la indiscreción de un camarero, Lee Miles. El bar es regentado por Robert Lane, un oscuro personaje de quien descubrimos que es el cabecilla de una banda donde trabaja Diógenes y quien decide castigar a Miles por ser un bocazas. Escondido cerca de la casa de Cora, Stevens ve llegar a Diógenes y a Brodick, el hombre que le secuestró y poco después a Cora acompañada de su prometido, Alex Krane, jefe del contraespionaje portuario; a escondidas y a oscuras, se cuela hasta la habitación de Cora a quien cuenta cómo han sido descubiertos. Tras salir, se enfrenta con Diógenes, quien recibe un par de balas destinadas a él y que, antes de morir, revela el nombre de la organización que está tras todo el embrollo, Rombo Nocturno. Sabedor de que Alex Krane está al caso de los secretos de Cora, va a su casa, protegida por un imponente dogo, Nerón, y allí éste le ofece protección aunque en realidad lo que quiere es controlarlo; Krane forma parte de el Rombo, la banda responsable del secuestro de Morlake cuyo jefe supremo es la bella Sabrina Valli, amante de Krane; la banda decide cambiar la personalidad de Stevens por la de Jasón Corbett, un gangster desaparecido, para así poderlo matar y que la policía no investigue sobre él. Stevens acepta este cambio aunque sospecha que Krane no juega limpio; sus investigaciones le llevan -tras encontrar una carta de Morlake- a casa de la rica y bella Cloti Graham, pero todo parece una falsa pista, aunque ello no impide un ligero flirt entre ambos. Mientras, Krane delata a la policía las correrías de Corbett-Stevens al tiempo que le acusa de la muerte de Diógenes. Cuando los matones de El Rombo se preparan para matarlo, es liberado por la banda del genuino Corbett; Bart, Eric y Helen deciden torturarlo salvajemente para que confiese donde se encuentra su amigo y amante. Stevens consigue escapar milagrosamente y llega hasta la casa de Cloti, quien le da refugio y la ayuda a través e un médico de confianza. Recuperado, llama a Garfield, experto lanzador de cuchillos, para que venga en su ayuda. Juntos investigan y así saben que Cora era inocente, que Corbett era un delincuente que, sabedor del secuestro de Morlake quiso chantajear al Romboo y por ello fue asesinado -en realidad, devorado, por el dogo Nerón- y que la banda tiene secuestrado en la finca de Valli al científico. Tras explicar los hechos a la banda de Corbett, Stevens decide ir a la finca pero es detenido y encarcelado junto al Morlake, quien le confiesa que cayó en la trampa porque la malvada Valli era en realidad su esposa; el asalto a la finca por parte de Garfield y de la banda de Corbett acaba con un baño de sangre, la muerte de casi todos los malhechores, la detención de Valli, la liberación de Morlake y Stevens y, en un epílogo previsible, el anuncio de la boda entre éste y Graham.
Magnífico ejemplo de la capacidad de Debry para fusionar géneros -espionaje y novela negra- con una narración intensa, compleja y magníficamente resuelta. El narrador sabe jugar con habilidad con la información que manejan los personajes y la que sabe el lector para hacer avanzar la acción con paso firme e intenso. La complejidad de la trama -el protagonista llega a tener hasta tres identidades- no es obstáculo para un narrador que manifiesta una notable habilidad para dibujar personajes, escenarios y acciones. La violencia de algunas escenas -la tortura de Stevens por parte de la banda de Stevens parece un preludio de Reservoir dogs- es desarrollada con una firmeza e intensidad admirables que las convierten en piezas realmente ejemplares. En definitiva, una excelente muestra de la novela negra española de los años cincuenta.