domingo, 25 de abril de 2010

El bravucón de Hollywood

Debry, Peter, El bravucón de Hollywood, Hazañas bélicas, nº 100, Ediciones Toray, 1954, portada de Longarón
Novela bélica ambientada en la Segunda guerra mundial que evoluciona hacia el género de espionaje, se tinta de aspectos propios de la novela negra y acaba como una novela rosa.
Carrol Flint es un famoso actor de Hollywood especializado en cine bélico. El inicio de la Segunda guerra mundial provoca que su director, Frank Talbot, le aconseje que se incorpore a filas, a imitación de lo que han hecho Clak Gable o Robert Taylor; él, cínico, decide hablar con su doble, Jim Cramer a quien le propone, tras ofrecerle una importante cantidad de dinero, que le suplante en la guerra. Así lo acuerdan y mientras Flint se refugia en su retirado chalet en compañía de su criado chino Li-Yung, Cramer se alista y emprende una fulgurante carrera militar. Alistado como soldado raso y rechazando todas las prebendas que se le ofrecen por su condición de actor famoso, es instruido como miembro de los CF, los Corsarios anfibios, un grupo de operaciones especiales que tiene como objetivo reconquistar las islas del Pacífico. Isla a isla, ante la muerte y el enemigo, el presunto Flint se convierte en una referencia para sus compañeros y, poco a poco, va escalando posiciones en el escalafón militar; cabo, sargento... Arisco con los periodistas, queda fascinado por la bella Lilian Harwood quien, a su vez, queda prendada de su nobleza y humildad; él, no obstante, se resiste al amor con la creencia de que ella le ama porque le cree Fint. Mientras, el criado de Flint es secuestrado y obligado a acompañar a unos gangsters hasta la casa de su amo; así lo hace y es brutalmente asesinado mientras Fint recibe una propuesta tentadora; aprovechando que ahora su alter ego conoce secretos militares, su misión será suplantarlo y enviar la información a un grupo de espías que actúan bajo el nombre en clave Tokio. La recompensa es la vida y millones de dólares. Fint acepta ser un traidor.
Lilian Harwood convence a Cramer de ir a visitar un yate donde se encontrará un amgo; éste no es otro que el director Talbot, quien, de forma sorprendente, secuestra a Cramer y a Lilian y permite la suplantación de Flint pues Talbot es uno de los miembros de Tokio cuya cabeza rectora es en realidad la vampiresa cinematográfica Hermion Grayers. Flint se presenta como un cínico ambicioso aunque en realidad lo que él pretende es desenmascarar a Tokio; así, actuando como un espía doble consigue notificar al almirantazgo americano la existencia de esta red y la necesidad de engañarlos para desvelar a los traidores infiltrados. Cuando se emprende una decisiva campaña, Flint pasa a Tokio la falsa información y consigue así engañar a la armada japonesa y reconquistar un importante archipiélago. Descubierto, se salva de ser asesinado por la intervención de los servicios secretos aunque sale gravemente herido; consigue así la libertad de Lilian Harwood y Cramer con quien sella un pacto de amistad fraternal. Flint se recupera y ya como Flint decide seguir la guerra; Cramer renuncia a todo lo conseguido y se vuelve a alistar como soldado raso. Pasan lo años y, a las puertas de la bomba de Hiroshima, Flint, un reconocido teniente, consigue recuperar una isla determinante en el mapa geoestratégico de esa fase de la guerra; cuando parece que va a morir, la llegada de una división americana le salva y allí se reencuentra con Cramer, casi un hermano ya, a quien riñe por no haber querido alimentar el amor que sentía por Lilian y por su tozudez en creer que ella le amaba por ser un actor famoso. Al acabar la guerra Flint se presenta ante Lilian y haciéndose pasar por Cramer, le declara su amor; ella cae rendida pero cuando descubre que es Flint le echa de casa; lo que no podía sospechar es que el actor había contratado a unos cámaras para que filmasen la escena. Cuando Cramer, que está viviendo en el pequeño pueblo de su padres, ve la película que le lleva Flint, lo deja todo para ir a buscar a su amada y declararle su amor.
La narración se inscribe plenamente dentro de lo que sería el género bélico, con sus escenas acción, sus desembarcos y sus defensas heroicas pero si la traemos a este blog es para mostrar cómo lo negro se expande por la narrativa de Debry con una intensidad que va más allá de la simple clasificación de géneros. Aquí lo negro se advierte en el retrato de personajes, en la presencia de gangsters, en ese gusto por el juego de identidades, en el estilo, en la presencia de mujeres perversas... La novela está excelentemente construida pues mantiene la tensión narrativa de principio a fin, sabe jugar con la complejidad de los personajes -algo no muy habitual en la novela popular-, tiene un estilo certero con diálogos de gran precisón -Flint, tras ser besado pr la bella y pérfida vampiresa, “Entre la ventosa de un pulpo y tu boca, Hermion, no debe haber mucha diferencia2 (p.93)-, se permite divagaciones sobre los límites entre los real y lo fingido a partir de la condición de actor de Flint y consigue hacer razonablemente creíble una historia de suplantaciones, un subgénero de la narrativa de aventuras que aquí es retomado con nueva fuerza.


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