sábado, 12 de diciembre de 2009

El gangster solitario

Debrigode, P. V., El gangster solitario, Audax, nº 1, Bruguera, Barcelona, 1946. Portada de Bosch Penalva, ilustraciones interiores de Cifré.
Primera entrega de una serie legendaria que marcó la irrupción de Debrigode en el campo de una novela policíaca donde , como decía la publicidad, se acumulaban “superaventuras de insospechado y feroz realismo”
En Nueva York, Thomas Willing, un empresario del espectáculo, es asesinado por un misterioso individuo enmascarado que, tras amordazar a sus empleados y silbar la Danza macabra de Saint Saens, le dispara a quemarropa. En el escenario del crimen queda una extraña firma: Audax. Los policías Ted Morris y Fergus Clay -agente éste del FBI- investigan al día siguiente el crimen y visitan al inquilino del piso superior, Lord King, un diletante de extrema elegancia que tiene un despacho dedicado a la compra venta de antigüedades donde trabajan la bella y sensual Baby y la más madura y rolliza -pero igualmente atractiva- Grumpy. Al salir los policías, sufren un intento de asesinato de un mafioso de Chicago , Gorila Frisco, del que salen milagrosamente indemnes.
La investigación policial nos descubre al socio y amigo de Willing, Sam Gold, quien está observando las apasionantes carreras de moto-cross, donde brilla con especial gallardía Pat Flagg, un individuo que detestaba al asesinado porque, con dinero, le birló a una novia que tenía. Al espectáculo asiste también Lord King y John Smith, clarinetista de moda en las orquestas de la ciudad, especialmente en el Zanzíbar dirigido por Peter French. Flagg y Clay hacen amistad y más cuando esquivan un nuevo atentado de Gorila, a quien acompañaba la bella Tina Corsi, antigua novia del empresario French.
El despacho de King recibe el asalto de Gorila Frisco y de Tina Corsi, que maniatan a las secretarias e intentan intimidar a un Lord King que demuestra unas maneras y habilidades que van más allá de su mera apariencia de dandy; su objetivo es asesinar a Fergus Clay pero King consigue avisar a la policía y provocar su huida.
La investigación avanza y se descubre que entre el policía Morris y Gold hay un secreto: ambos, junto al asesinado Willing, colaboraron en el asesinato y expolio de Audrey Rowney provocando la locura de su esposa y la muerte del hijo. Poco después Morris es asesinado por el que la prensa llama “El silbador” y que, una vez más, deja la firma Audax. Mientras Baby, siguiendo las indicaciones de Lord King, flirtea en el Zanzíbar con Flagg, el motorista y Smith, el clarinetista; en ese mismo momento Tina Corsi va a ver a su antiguo novio, el empresario Peter French y recibe la visita de Gorila quien, desencadenado en un ataque de celos, les asesina. Flagg y Clay persiguen en moto al criminal que logra escapar y asesinar a Flagg. Posteriormente Gold es asesinado y se descubre que el misterioso asesino es el clarinetista Smith, en realidad, Audrey Rowney hijo, que no estaba muerto y está vengando a su familia; mata también a Gorila y llevado en una espiral de violencia intenta matar a Baby, quien ha descubierto su secreto. Lord King la salva y explica que él entraba en los escenarios del crimen tras Audrey, que primero quiso “firmar” el crimen con el nombre de Audrey pero que a la mitad le pareció mejor cambiar la sílaba final y crear un misterio alrededor de los crímenes. Al final el policía Clay dispara en defensa propia a Audrey y se restituye el orden; Lord King consigue esconder su condición de justiciero enmascarado aunque Baby sospecha que su jefe esconde algún secreto significativo.
La novela es un pulp en estado puro: violencia -hasta ocho crímenes se encadenan-, acción -memorable la persecución en motocicleta de la página 40-41-, personajes enmascarados, corrupción policial y social, pasiones destructivas -Te quise, Pete, y a veces siento nostalgia del pasado (37)- y todo ello servido con un estilo certero y preciso, que sabe crear una atmósfera misteriosa que consigue engañar al lector haciéndole creer que el asesino puede ser Lord King. La novela cojea en muchos aspectos -dibujo de personajes, trama embrollada, soluciones inverosímiles, efectos grandilocuentes- y muestra aun autor que aún no domina totalmente los mecanismos del género pero que muestra unas maneras admirables. La influencia de Malllorquí -doble identidad del héroe- y de Hipkiss -en muchos momentos resuenan los ecos de El encapuchado- es evidente, así como una referencia explícita a Stanley Gardner: Igual que el capítulo en Perry Mason le dice a Stella que... (18). El conjunto tiene un cierto aire anticuado, muy de pulp años treinta, pero ello no empaña un artefacto vibrante que garantiza momentos de intensa lectura.


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