sábado, 16 de mayo de 2009

Cadáveres ambulantes

Cadáveres ambulantes, Servicio secreto, nº 66, Bruguera, Barcelona, 1951, ilustraciones interiores de Macabich
Magnífica novela ambientada en el duro y corrupto mundo del boxeo que destaca por su intensa violencia y por el retrato de personajes que son llevados hasta situaciones límite.
Buck Alton es un reconocido boxeador californiano de origen humilde. Siendo mecánico estudió hasta llegar a ser periodista y a publicar un par de novelas policíacas al tiempo que desarrollaba su carrera deportiva. Sin ser un púgil aguerrido sino más bien conservador ha llegado alto en su carrera; antes de un combate decisivo contra Slim York recibe una recomendación de la bella y turbadora Giny Diamonds: dejarse vencer. Al mismo tiempo, empieza a publicar una serie de artículos denunciando la posible corrupción del boxeo.
Alton gana in extremis el combate pero de inmediato es secuestrado por un matón y por Giny siendo llevado a una casa abandonada donde recibe la visita de cinco encapuchados que le torturan salvajemente obligándole a que se comprometa a perder la revancha con York y a escribir un artículo desmintiendo sus pesquisas. Buck Alton se arrastra, llora y pierde, en definitiva, su dignidad humana. Tras cumplir lo prometido huye hasta Helena, Montana, para llevar una humilde vida de obrero. Allí conoce a una bella y honesta chica, Harriet Harding, quien, al verle amargado y, a veces, cobarde, le anuncia que sólo recuperando su dignidad podrá amarle.
Buck Alton visita un médico al detectar un bulto donde había recibido latigazos; el doctor le indica que es un tumor canceroso originado por la paliza recibida. Sabedor de que le quedan pocas semanas de vida, de que es, en definitiva, un cadáver ambulante, decide volver a California a vengarse de los malhechores. Su retorno es arrollador y, vigilado desde el FBI, que sospecha de él, empieza a investigar y a entrenarse. Así descubre que uno de los torturadores escondido bajo la máscara se escondía su rival York; en el tercer combate le da una paliza monumental que casi le mata. Secuestra a Giny y la obliga a desvelar los otros nombres y así se descubre que el jefe del periódico donde publicaba, su manager y dos jefazos del boxeo local eran los que le torturaron y provocaron su enfermedad mortal. Tras diversos avatares, persecuciones, torturas y salvamentos, Buck Alton, ayudado por Harriet -desplazada hasta California para ayudarle- y de su fiel criado chino Ling -experto en judo- consigue desenmascarar a la banda y rectificar su objetivo de matarlos a todos entregando los criminales al FBI. Cuando parece que nada tiene solución, una visita a un médico le proporciona una sorpresa: no tiene cáncer. Buck Alton y Harriet deciden volver a Helena y, felizmente casados, iniciar una nueva vida.Cadáveres ambulantes tiene argumentos suficientes como para ser considerada una gran novela de Debry: el retrato de un personaje que cae y se redime, el intenso ritmo narrativo, el inicio demoledor de la novela -en medio de un combate-, la detallada descripción del mundo del boxeo con una excelente descripción de los combates, la aparición de una violencia inexorable y arrebatadora, la presencia de excelentes secundarios como el criado chino... En definitiva, una excelente novela de boxeo, un género que si bien el cine había consolidado ampliamente, la literatura hispánica no acostumbraba a tocar y que a Debrigode le debería ser muy querido por su afición personal a este deporte.

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