viernes, 12 de diciembre de 2008

Sirenas tropicales, Servicio secreto, nº 4, Bruguera, Barcelona, 1950, portada de Provensal, ilustraciones interiores de Macabich

Novela que retoma al personaje de Robert Lark donde anunció al final de La brigada de los suicidas; en Tampico, Méjico, envuelto en una compleja trama donde se entremezcla el espionaje, la pasión y los turbios bajos fondos sobre los que se edifica la industria del petróleo.
Robert Lark intenta llegar a Méjico y es detenido por la policía; al llegar a la frontera se escapa y empieza su búsqueda; en realidad todo es un montaje para facilitar el acceso de Lark a los bajos fondos de Nuevo Laredo, donde tiene que investigar la extraña muerte de oficiales de compañías petrolíferas americanas.
Lark se refugia en casa de la turbadora cantante Luana Vélez que, de forma impulsiva. decide protegerle a cambio de que éste se convierta en su guardaespaldas; ello es necesario porque Luana está amenazada por los hermanos Byam, magnates del petróleo pero auténticos aristócratas del crimen; Lark acepta encantado pues ése era su objetivo cuando “casualmente” llegó a casa de Luana. Mientras, el policía mejicano Quintín Cárdenas descubre que algo turbio hay alrededor de Luana pero decide seguir la pista sin intervenir.
Los hermanos Byam son distintos entre sí, Spencer es un asceta y Norman un mujeriego que está fascinado por la bella Rita Cramer -amiga íntima de Luana-, hasta el punto de querer casarse con ella. Lo cierto es que Norman es un cínico que sólo quiere saber qué sabe Luana pues ésta, descubrimos, estaba enamorada de unos de los oficiales petrolíferos asesinados. Se descubre que los Byam estaban vendiendo petróleo a nazis y japoneses en una transacción a gran escala y que todos los crímenes perpetrados estaban en relación directa con esta transacción. Escenas de acción, la irrupción de unos mafiosos de origen italiano al servicio de los Byam, la valiente intervención de Cárdenas y la decisión de Lark permiten resolver el caso y que éste y Luana empiecen una relación amorosa en Acapulco.
La novela equilibra bien las diversa tramas, mantiene con firmeza la fuerza de un personaje como Lark, sabe mezclar el espionaje con el género negro y se permite escenas de extrema violencia como el asesinato que perpetra Luana matando a Norman Byam para vengar a su prometido asesinado; si a eso le sumamos turbadoras mujeres cantando “J’attendrai, le jour et la nuit, j’attendrais toujours...” el resultado es más que notable . La novela acaba con unas palabras del jefe de la OSS que, sabedor de que está en brazos de Luana, reflexiona: “Que todas la sirenas tropicales te abran las puertas del paraíso terrenal, Robert Lark, en compensación al infierno que te espera en Casablanca.” Esta novela sería después reescrita como Arde el petroleo.

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