sábado, 5 de julio de 2008

Tiburones en aceite



Tiburones en aceite, Colección Pantera, nº 18, Bruguera, Barcelona, 1955. Portada de Vicente Roso
Novela ambientada en el mundo de los pozos de petróleo y ubicada en la península de Yucatán, un mundo salvaje y cruel movido por oscuros intereses donde sólo los tiburones -los más duros- pueden poder sobrevivir.
Clay Ramírez es un tiburón en aceite, una suerte de detective-matón free lance que se mueve por Puerto Caimán y entre los pozos petrolíferos de Tierras Muertas; duro, seductor e inmisericorde, ambiguo pero noble, navega en el chapopote como un auténtico tiburón pues “llevaba en la sangre el veneno del oro negro (p.13). Un día recibe el encargo del director de la compañía Eagle en Tierras Muertas, Aldon Ritter, de buscar a su tiburón de confianza, el muy duro Russ Falcon, que estaba investigando los continuos sabotajes en el pozo número siete. Clay vive con una explosiva mexicana, Matty Mendez, aunque está fascinado por la belleza fría de la secretaria de Ritter, Wanda Brendel. Al tiempo que esto ocurre, llega a Puerto Caimán Cora Baxter quien se dispone a visitar a su hermano Neil Baxter, el director del pozo siete; éste resulta ser un intelectual que intenta imponer el orden sin violencia ni brutalidad pero que fracasa en su intento. Ramírez encuentra a Falcon, un personaje brutal, que saca de sus casillas a Baxter pero que sabe cómo controlar a los empleados: con violencia extrema, matando cuando ello es necesario y ejemplar; poco después de descubrir que un trabajador de Baxter saboteaba la refinería, y tras matarlo, Falcon es asesinado por la espalda. En una escena dura, Falcon agoniza al tiempo que le pide a Ramírez que lleve su cuerpo sin vida al otro lado de la frontera, a casa de un abogado, y se convierta en el albacea de su testamento. Al hacerlo, descubre que Falcon tenía un hermano gemelo, el actor Rod Falcon, y a éste le propone sustituir a su hermano. Acepta.
De vuelta a Tierras Muertas, sigue la investigación sobre los sabotajes -encuentros con forajidos diversos y maleantes jalonan este proceso- descubriendo Ramírez que alguien poderoso está detrás de todos esos actos; una visita a Baxter acaba con los nervios de éste y dispara casi mortalmente a Falcon. Cora decide cuidarlo -surge entre ellos una repentina fascinación- mientras Ramírez sigue acostándose con May al tiempo que descubre que Brenda, enamorada, podría ser, si cambiase de vida, la esposa ideal. La trama avanza clara hasta un desenlace en que se descubre que Ritter, ya algo mayor, lo estaba manipulando todo para desacreditar a Baxter, el futuro director. Un tiroteo final de extrema tensión lleva la novela hasta la sala de un hospital donde se explica todo y donde Wanda besa y enamora definitivamente a Clay Ramírez.
Buena novela, con una trama excelentemente llevada, con una muy buena constelación de personajes que tienen su aparición precisa y necesaria. El mundo violento y brutal destaca no sólo por las acciones descritas sino por el talante ferozmente machista y racista de los protagonistas. El erotismo es un elemento significativo que aparece rodeando a las mujeres de Bacón y de Ramírez “Matty Méndez en vaporoso salto de cama, tardó diez minutos en abrir. Había conocido la llamada, y quitarse la crema limpiadora, peinarse y elegir el “French-oh-la-lá” de encajes negros, justificaba los diez minutos. Clay Ramírez abandonó el sillón de la antesala. -Hola preciosa. Igual que una Venus rubia... en una nube oscura. Tengo atraso de sueño. Desayunaré a las cinco de la tarde.”(p.109). También sorprende la aparición de referencias a Kierkegard y su El concepto de la angustia, a Mistral -Rumor íntimo-, Valery -Toi et moi- y Bernard Shaw

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