martes, 18 de marzo de 2008

Los muertos no mienten

Los muertos no mienten, Servicio secreto, nº 80, Bruguera, Barcelona, 1952
Novela de ambientación londinense e inglesa que arranca con la salida de prisión de un ladrón, Harper Silverston, que recibe las advertencias de un joven policía, Ronald Harris, medio enamorado de la hija de Silverston, Lucy, de que no vuelva a delinquir.
Recién salidode prisión, Harper se mete en un enfrentamiento con un mafioso, Folker, y parece que es asesinado, aunque el cuerpo es casi irreconocible. El policía Harris decide silenciar la muerte y hacer que la familia crea que Harper ha partido de viaje al tiempo que Lucy encuentra trabajo como administrativa en una empresa de los docks. Misteriosos mensajes -firmados por los muertos no mienten- la llevan a vivir una intensa aventura en la que descubre que su colaborador, un tipo de los bajos fondos es Harris disfrazado y que su padre no estaba de viaje -ni muerto, como creíamos los lectores- sino que estaba haciéndose pasar por un secuaz de folker para descubrir a una importante red de delincuentes.
La novela es algo embrollada y precipitada, con arranques sexistas memorables “ no naciste para aventuras, Lucy, sino para tener una casa bien puesta, mimar a un buen esposo y educar a la pléyade de hijos que tendrás” (95), con el gusto muy Debrigode por los encapuchados y presuntos fantasmas que tocan el órgano, pero con una sugerente imagen de los barrios portuarios londinenses y de la campiña de Devon.

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